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El valor del agua en la cadena de suministro: lo que no se ve, también cuenta

Abrir el grifo, regar las plantas o llenar una piscina. Al pensar en estas acciones nos viene a la mente una imagen clara: la del agua y su impacto en el mundo. Sin embargo, existe un uso del H2O del que no somos tan conscientes y que va más allá de estos gestos cotidianos: el presente en la cadena de suministro. Desde la producción de materias primas hasta la entrega final al consumidor, el agua está en casi cada eslabón del proceso, aunque muchas veces no lo notamos.

Este ‘agua invisible’ (también conocida como agua virtual) es un concepto que corresponde al volumen empleado para fabricar un producto o prestar un servicio. Por ejemplo, hacer una camiseta de algodón puede requerir entre 2.000 y 2.700 litros de agua, considerando el riego de los cultivos de algodón, el procesamiento de las fibras y los ciclos de teñido y acabado.

El agua en la industria: un factor decisivo 

Las industrias manufactureras, agrícolas y textiles son algunas de las más intensivas en el uso de agua. En estos sectores la sequía o simplemente la falta del recurso hídrico puede traducirse rápidamente en retrasos, pérdidas económicas y caída en la calidad del producto. A pesar de ello, muchas de ellas aún no consideran el agua como una variable crítica en su logística o abastecimiento.

Reducir el consumo hídrico, mejorar los sistemas de reciclaje de agua o trabajar con proveedores que usen prácticas responsables contribuye a cuidar del medio ambiente y muestra unos valores sostenibles asociados a la imagen corporativa de la empresa. Y es que muchos países en el mundo se enfrentan a la escasez hídrica, conviviendo con industrias que emplean grandes cantidades del recurso sin importar las consecuencias medioambientales. Este ‘enfrentamiento’ deriva en muchas ocasiones en conflictos, sanciones legales y un daño en la reputación de estas compañías.

Huella hídrica: qué es y para qué se mide

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Para avanzar hacia un modelo de cadenas de suministro resilientes y responsables, es esencial adoptar medidas como la medición de la huella hídrica, identificando puntos críticos de consumo y trabajando colaborativamente para reducir impactos negativos. Las certificaciones de sostenibilidad, auditorías de agua y tecnologías para el monitoreo inteligente son algunas herramientas disponibles para conseguirlo.

La huella hídrica es un indicador ambiental que mide el volumen total de agua dulce utilizada para producir un bien o servicio, tanto directa como indirectamente. Se puede medir mediante el cálculo del agua dulce utilizada en la producción de bienes y servicios, teniendo en cuenta tanto el agua incorporada directamente en el producto como la utilizada en el proceso de producción y la que se contamina. Se divide en tres categorías: huella hídrica verde (agua de lluvia), azul (agua superficial o subterránea) y gris (agua contaminada). Esto ayuda a entender cómo las actividades humanas afectan la disponibilidad de agua dulce y a identificar áreas donde se puede mejorar la gestión de los recursos hídricos.

¡Nos leemos en la próxima Pausa!