La pregunta de si es posible imaginar una ciudad sin coches ya no pertenece únicamente al terreno de la utopía. Cada vez más metrópolis europeas están dando pasos valientes hacia modelos urbanos donde el peatón, la bicicleta y el transporte público ocupan el centro de la movilidad. Aunque el coche sigue presente, las experiencias recientes demuestran que reducir su protagonismo es viable e incluso beneficioso para la calidad de vida, el medioambiente y la economía.
En el Día Mundial Sin Coche, que se celebra cada 22 de septiembre, queremos poner en valor algunas de las urbes que apuestan por la sostenibilidad en el transporte:
Copenhague
La ciudad danesa lleva décadas apostando por la bicicleta como medio principal de transporte. En la actualidad, más del 60% de los desplazamientos diarios al trabajo o centros de enseñanza se hacen en bici. Una amplia red de carriles bici, seguros y bien conectados, junto con políticas de restricción al coche en el centro, han convertido a la bicicleta en la columna vertebral de la movilidad urbana danesa
Oslo
La capital noruega se propuso un objetivo ambicioso: eliminar el tráfico de coches privados en su centro urbano. Desde 2019, amplias zonas del centro de Oslo están reservadas exclusivamente para peatones, ciclistas y transporte público. El resultado ha sido un descenso notable de la contaminación del aire y acústica, junto con un aumento del comercio local y del uso de los espacios públicos.
París
La alcaldía parisina, bajo el liderazgo de Anne Hidalgo, ha impulsado la reducción drástica del tráfico con medidas como la peatonalización de las riberas del Sena, la limitación de velocidad a 30 km/h en la mayoría de calles y la creación de cientos de kilómetros de carriles bici. Estas medidas, que se alinean con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de la ONU, hacen que la ciudad avance hacia un modelo libre de coches de combustión.
Freiburg
En el sur de Alemania, la ciudad de Freiburg ha logrado un modelo donde el transporte público, la bicicleta y los trayectos a pie cubren la mayoría de los desplazamientos. Su barrio Vauban es un ejemplo mundial: fue diseñado como un espacio prácticamente libre de coches, con calles pensadas para el juego infantil y la vida comunitaria, no para el tráfico.
Barcelona
Más cerca que el resto de ciudades que incluimos como ejemplo, Barcelona experimenta con las ‘superilles’ o “supermanzanas”. Hablamos de conjuntos de calles donde el tráfico está limitado a residentes y servicios, y el espacio liberado se destina a plazas, zonas verdes y actividades sociales. Aunque todavía está en fase de expansión, estas iniciativas muestran cómo repensar la ciudad sin depender del coche en cada esquina.
Y tú, ¿qué opinas sobre las ciudades sin coche? ¿Crees que son necesarias? Compártelo en comentarios y nos leemos en la próxima Pausa.


