¿Sabías que las hojas de reclamaciones existen desde hace 4.000 años?
Todos hemos podido estar molestos alguna vez con el servicio de una empresa o negocio y nos ha podido llevar a presentar una hoja de reclamaciones. Incluso a nosotros también nos llegan reclamaciones de vez en cuando… tener más de 3.000 máquinas funcionando durante las 24 horas del día es lo que tiene: puede que en alguna ocasión surja alguna incidencia (aunque no es lo más habitual) y, por supuesto, atendemos al usuario para resolver la situación de la manera más rápida posible.
Algo similar a estas situaciones le ocurrió a un tal Nanni hace unos 4.000 años. Acabó tan enfadado por el trato de un comerciante, que dejó por escrito la primera hoja de reclamaciones que se conoce en la historia de la humanidad.
La hoja de reclamaciones más antigua que se conoce
Hoy en día, además de las hojas de reclamaciones (que los distintos negocios están obligados a poner a disposición del cliente si así lo solicitan), muchos usuarios molestos también escriben directamente sus comentarios en páginas web y las redes sociales para mostrar el mal trato que han recibido con el que les ha proporcionado productos y/o servicios.
Pero allá por el 1750 a.C. las cosas no eran tan fáciles, y resulta razonable imaginarse el enfado que debería tener un consumidor de aquel entonces contra un comerciante como para dejar constancia de ello… tallándolo sobre una piedra.
La que podría ser la primera queja del mundo sobre un servicio de mala calidad se encuentra en una tableta de arcilla que se envió al sur de Mesopotamia desde la ciudad de Ur —que en la actualidad es Tell el-Muqayyar—, situada en el sur de Irak. Conservada en el Museo Británico de Londres como artefacto 131236, la tablilla tallada en escritura cuneiforme y en idioma acadio, pertenece a la era de la antigua Babilonia y es propiedad de un hombre llamado Nanni, que se dirige al comerciante Ea-nasir para quejarse de que se le ha entregado el mineral de cobre de grado incorrecto, la mala gestión del comerciante y el retraso de un nuevo envío solicitado.
Desde la Edad Antigua reclamando un trato digno y un servicio de calidad
Nanni, muy molesto con el servicio recibido, se las vio con el vendedor de cobre Ea-nasir que viajaba al Golfo Pérsico y traía desde allí este material para venderlo en Babilona, ciudad donde residía nuestro protagonista.
La tablilla encontrada en el hogar del comerciante mide unos 11,6 cm de alto por 2,6 cm de grosor. La extensión del texto que contiene refleja también la cantidad de esfuerzo requerido para tallar lo en la piedra y transmite también la magnitud del enfado de Nanni.
¿Qué es lo que decía? El experto en cultura asiria Leo Oppenheim tradujo el texto al inglés en 1967, y expresaba algo así como lo que destacamos a continuación:
Dile a Ea-nasir que Nanni le envía el siguiente mensaje:
Cuando llegaste, me dijiste lo siguiente: «Le daré a Gimil-Sin (cuando venga) lingotes de cobre de buena calidad». Te fuiste, pero no me diste lo que me prometiste. Pusiste ante mi mensajero (Sit-Sin) unos lingotes que no eran buenos y dijiste: «Si los quieres los tomas, si no los quieres, ¡vete!».
¿Quién te crees que soy para tratarme con tanto desprecio? He enviado como mensajeros a caballeros como nosotros para recoger la bolsa con mi dinero (que te había depositado), pero me has insultado enviándolos de vuelta con las manos vacías varias veces, y eso a través de territorio enemigo. ¿Existe algún otro comerciante de los que comercian con Telmun que me haya tratado de esta manera? ¡Únicamente tú tratas a mi mensajero con desprecio! A causa de esa (insignificante) mina de plata que te debo te sientes libre de tratarme de esa manera, mientras yo he entregado al palacio en tu nombre 1080 libras de cobre, y umi-abum ha dado asimismo 1080 libras de cobre, aparte de lo que ambos hemos escrito en una tablilla sellada para guardar en el templo de Samas.
¿Has visto cómo me has tratado por ese cobre? Has retenido mi bolsa de dinero en territorio enemigo; ahora depende de ti devolverme mi dinero en su totalidad.
Ten en cuenta que (a partir de ahora) no aceptaré que me vendas ningún cobre que no sea de buena calidad. De ahora en adelante tendré yo que seleccionar y tomar los lingotes individualmente en mi propia finca, y ejerceré contra ti mi derecho a rechazarte por el desprecio con el que me has tratado.
Seguro que cualquiera que haya tenido que contactar con algún puesto de servicio al cliente probablemente se sienta identificado… Casi 4.000 años y parece que (solo en algunos casos) no hemos evolucionado ni un ápice, ¿verdad?
Recordad que, para cualquier problema o inquietud que os pueda surgir sobre nuestro servicio, estamos siempre disponibles en nuestra web para resolver todas vuestras dudas.
¡Hasta la siguiente pausa!
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