Marcel Duchamp: un jaque al arte a través de la provocación
Este año se cumplen 135 años del nacimiento de Marcel Duchamp, considerado el artista más influyente del siglo XX por su manera de revelarse contra lo convencionalmente establecido.
En este post nos acercamos a la obra de este iconoclasta francés: todo un adelantado a su tiempo que elevó lo cotidiano a la categoría de arte y cambió de manera totalmente radical el concepto de belleza.
Un estilo único en contra de los convencionalismos
Marcel Duchamp nació en Blainville, un pequeño pueblo de Rouen (Francia) el 28 de julio de 1887. Desde su juventud provocó desconcierto en el mundo del arte: reflejó su gran ingenio en diversos movimientos artísticos como el impresionismo, el fauvismo o el cubismo, plasmándolo en sus obras sin encasillarse en una sola tendencia y movimiento.
Fue en el dadaísmo en donde encontró la horma de su zapato para reírse de todos y hasta de él mismo, cuestionando la existencia del arte y lo convencional. También es uno de los principales valedores de la creación artística como resultado de un acto totalmente voluntario, sin necesidad estricta de tener formación, preparación o talento alguno.
Ready Made o el arte de lo cotidiano
Duchamp encontró la belleza en lo coyuntural, lo superficial y lo fugaz como, por ejemplo, en la rueda de una bicicleta. Así creó el término Ready Made o arte encontrado en el mundo del arte y sirviendo de inspiración a algunos de sus coetáneos como Man Ray o Francis Picabia.
Separaba los objetos cotidianos de su entorno habitual y los presentaba como obras artísticas: consideraba que el arte no solo debía verse con los ojos, sino también con nuestra mente.
Esta percepción lo llevó a crear su primera obra de arte conceptual, La Fuente: un urinario que únicamente firmó con el seudónimo de R. Mutt y lo envió a la Sociedad de Artistas Independientes para que fuese incluido en su exposición anual. Toda una provocación que finalmente se convirtió en la obra de arte más influyente del siglo XX para muchos profesionales reputados del sector.
El gamberrismo como forma artística
Duchamp también consideraba que la forma clásica de pintar estaba muerta, “pudriéndose” en los museos, a los que consideraba “mausoleos”.
Por ello, se atrevió a pintar bigotes a la mismísima Gioconda, y llamó a esta provocadora intervención L.H.O.O.Q. (que, en un juego de palabras en francés, se escucha como Elle a chaud au cul, es decir, “ella tiene el culo caliente”, por lo que la expresión puede interpretarse también como “ella está excitada”).
Duchamp consideraba que son los espectadores y no los pintores quienes hacen los cuadros. Por ello, pese a apropiarse de una obra ya creada, mundialmente reconocida e “intocable” para muchos, algunos expertos en Arte consideran que, con esta provocación, el artista francés creó algo nuevo al provocar en el espectador un punto de vista diferente mientras contempla esta versión alterada.
Apasionado del ajedrez
Marcel Duchamp es también uno de los ajedrecistas franceses más reconocidos. Compitió en el Campeonato Francés de 1925 y representó a su país en la Olimpiada de 1933.
Esta pasión también la plasmó sus obras artísticas. Algunos de sus trabajos y aportaciones inspirados en este juego fueron su ready-made Trébucher (“El Tropiezo”), que consiste en una posición final de peones, o incluso su set de piezas Buenos Aires, que toma nombre de una de las ciudades en las que se refugió durante la Primera Guerra Mundial y en las que también se retiró temporalmente del arte para dedicarse a este deporte. Con su arte, Duchamp también puso de manifiesto que el ajedrez no solo es un juego: también un mundo infinito de posibilidades para la imaginación, la creatividad y la belleza. Parte del legado artístico de Marcel Duchamp puede verse en España, concretamente en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid) y en el MACBA (Barcelona).
Dejar un comentario