Los 4 inventores. Breve historia de las máquinas de vending I

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Magos, subversivos, visionarios o tenaces. Cuatro mentes brillantes que crearon las primeras máquinas de venta automática. Cada uno con motivos diferentes pero unidos por el ingenio o el negocio. Te presentamos el primero de los tres artículos sobre la historia de las máquinas de vending que hemos preparado. Repasamos los hitos más importante de nuestro sector y te contamos las curiosidades que rodean al gran mundo del vending. Una historia escrita con nombres propios y que empieza con Herón de Alejandría.

Nos trasladamos al siglo I d.C en la provincia romana de Alejandría (Egipto) fundada por Alejandro Magno y coronada por su espectacular faro. Allí, el ingeniero Herón de Alejandría desplegó todo su genialidad para ponerla al servicio de los gobernantes y sacerdotes. Para los primeros, creó juguetes sin más pretensiones que la de entretener, aunque uno de ellos se considera el precursor del motor de vapor

El artefacto considerado la primera máquina de vending de la historia.
El artefacto considerado la primera máquina de vending de la historia. 

Como servicio a los sacerdotes, Herón inventó un dispensador automático de agua bendita que funcionaba con una moneda de 2 dracmas. El propio peso de la moneda abría o cerraba el “grifo” del pequeño depósito que, según el tipo de ceremonia, también podía contener vino. Esta se considera la primera máquina de vending de la historia.

Tabaco a un penique

Saltamos hasta la Inglaterra del siglo XVII. Se tiene constancia de que en sus tabernas existía una caja de latón con un dispensador de tabaco a cambio de un penique. Una máquina muy simple que incorporaba un asa para que el camarero la paseara por las mesas. La gracia estaba en que la cantidad de tabaco dependía de la buena fe del parroquiano -o regular– y la vigilancia del propio camarero. Aquella situación daría para un número cómico, sin embargo, era una idea peregrina en la que alguien ve un negocio rentable.

Primeras expendedoras William Rowe de tabaco
Primeras expendedoras William Rowe de tabaco. Foto:  WorthPoint

En los felices años 20, casi trescientos años después, William Rowe era ese hombre. Se le ocurrió crear una máquina para vender paquetes de cigarrillos a 15 centavos. Era pequeña, de forja y con pinta de lápida. Funcionaba con tiradores, uno por variedad de tabaco. El resto de mayoristas lo tomaron por loco porque, según ellos, nadie iba a pagar un extra por disponer de tabaco en cualquier momento. Bueno, pues ya se sabe: quien ríe el último… En 1968, treinta años después, la Rowe Manufacturing Company fue vendida por 30 millones de dólares.

Una forma ingeniosa de burlar a la censura

Estamos en Londres, año 1820, en plena Revolución Industrial. El Gobierno ha subido los impuestos sobre los periódicos para controlar la información. Los precios se han disparado y la prensa más crítica pierde lectores por día. El pueblo no alcanza a pagar los diarios y está desinformado.En esta situación, la máquina de vending formó parte de la lucha contra el establishment por el empeño de Richard Carlile, defensor del sufragio universal y la libertad de prensa en el Reino Unido. 

Este subversivo líder de opinión era impresor y regentó El templo de la razón, una librería especializada en política y libros prohibidos. Para burlar la censura y la subida abusiva de impuestos, Carlile construyó una máquina dispensadora de libros camuflada con un frontal en forma de reloj . El lector sólo tenía que girar las manecillas hasta seleccionar uno de los títulos, insertaba el dinero y la máquina sacaba el ejemplar. Así, eliminando al intermediario,desaparecía el delito de distribución de información prohibida. La idea era genial pero duró poco. Carlile, junto con su ayudante, fueron atrapados, encarcelados y la máquina destruida.

Las primeras expendedoras de chicle

En 1888 se instaló la primera expendedora de chicle en el metro de Nueva York. Podías comprar una bola sabor Tutti-Frutti, el primero que se comercializó, por un penique. El creador de esta máquina de vending fue Thomas Adams, un inventor y fotógrafo de escaso éxito, hasta que conoció en 1860 al ex presidente de México, el general Santa Anna, que vivía exiliado en Staten Island. 

Primer modelo de expendedora de chicles de Thomas Adams
Primer modelo de expendedora de chicles de Thomas Adams. Foto: iCollector

Adams entró a trabajar como el secretario de Santa Anna, y le llamó mucho la atención una costumbre del general: masticaba la goma natural del árbol Manilkara Zapota, también conocido como árbol del chicle. A Thomas Adams se le encendió una bombilla pero daría varias vueltas hasta llegar al dulce final: su idea era utilizar esa goma como sustituto del caucho -más caro-, y abaratar la fabricación neumáticos, incluso de juguetes. Sin embargo, acabó fundando la Adams New York Gum y triunfando con la fabricación y distribución de chicles.

En el próximo capítulo entraremos en el siglo de oro de las máquinas de vending, el s.XX, con los refrescos como estrella indiscutible. Contaremos más historias y curiosidades. Hasta pronto.

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