Entroido en Laza, Verín y Xinzo: el triángulo mágico del carnaval de Galicia
ADVERTENCIA: el Entroido es para disfrutarlo desde dentro. Si no vienes disfrazado corres el riesgo de ser llevado en volandas por personajes míticos, que te lluevan harina y hormigas sobre la cabeza o que tengas que invitar a una ronda de vinos. Esto y mucho más en el Triángulo Mágico del Carnaval de Galicia. ¡Bienvenido!
La recomendación anterior no es una exageración -aparece hasta en la web de Turismo de Galicia-. Puro humor gallego que explica el carácter participativo del Entroido, uno de los carnavales más antiguos de España y más largos. Durante todo el mes de febrero hasta 176 pueblos gallegos están de fiesta. Nos vamos a fijar en los tres más famosos: los de Laza, Verín y Xinzo de Limia.
Estos tres pueblos de sierra, al sureste de Ourense, están a solo unos pocos kilómetros entre sí y su carnaval es ancestral, por eso se conocen como el Triángulo Mágico del Entroido. Todos tienen días grandes y personajes enmascarados que guardan el espíritu tradicional y pagano de la fiesta.
Xinzo de Limia
El más tempranero es el de Xinzo de Limia. Comienza con la batalla de harina del Domingo Fareleiro. Aquí son más importantes las gafas de buzo que el disfraz porque se lanzan unos 400 kilos de harina al aire en una “guerra” entre hermanos, vecinos, padres e hijos. Todos están llamados a participar sin importar la edad o la patria y, a pesar de la locura, existe la regla no escrita de que “en los ojos, los escaparates y los coches, no”.
Ya en pleno carnaval, alrededor del 25 de febrero, los demonios corretean por las calles de Xinzo de Limia en el Martes do Entroido. Son los Pantallas y anuncian la llegada de la primavera haciendo sonar unas vejigas de cerdo de la matanza, hinchadas como globos. El nombre les viene de sus máscaras y su papel es perseguir hasta la bodega más cercana al osado no disfrazado para que invite a una ronda. Ojo que van en grupo.
Laza
El Entroido tiene las raíces en los rituales paganos que celebraban la cosecha y la fertilidad. A lo largo de cientos de años han crecido como un árbol con un tronco común y ramas que llegan a todos los rincones de Galicia. Como verás, tienen mucho en común, y Laza es un buen ejemplo.
En este pueblo del Triángulo del Entroido todo ocurre el lunes o Luns Borralleiro. Por la mañana, la Farrapada, una batalla campal con trapos empapados de barro -valen las mismas recomendaciones de Xinzo- y por la tarde la Baixada da Morena, cuando las hormigas son invitadas a la celebración. Un paisano de renombre baja a la Plaza de la Picota disfrazado con pieles y cabeza de vaca de madera, y con un séquito cargado de sacos de tierra con hormigas. ¿Y qué ocurre? Que vuelve a llover sin agua en Galicia.
Todo termina cuando aparecen los Pelliqueiros haciendo sonar sus fustas para poner orden en el “rebaño”. Entonces es el momento de repartir embutido de cabeza de cerdo (cachucha) y el xastre, licor de aguardiente, para alimentar el cuerpo y el espíritu.
La fusta del Pelliqueiro es una señal de su conexión con la naturaleza profunda, igual que los animales totémicos que llevan pintados en sus sombreros y las chocas o cencerros en la cintura. De hecho, en el Entroido Riberao de Chantada, los peliqueiros abrazan su origen más animal y van completamente cubiertos de pieles.
Verín
De Laza a Verín para cerrar el Triángulo Mágico, donde también las diferencias se difuminan pero la esencia pagana permanece. El emblema del Entroido de Verín es un personaje de aspecto similar al peliqueiro pero con una leyenda peculiar. Es el Cigarrón y se dice que representa a los recaudadores del conde de Monterrei que venían pidiendo tributo para el señor de la comarca. Hasta hace poco se les daban algunas monedas pero esto se ha perdido. Lo que si se mantiene desde tiempos inmemoriales son los insultos y las increpaciones a este “energúmeno” cuando recorre las calles pidiendo que lo inviten a vino.
El Domingo de Corredoiro es el día de los Cigarróns en Verín. Desfilan por las calles dando saltos, haciendo sonar sus chocas y luciendo la sonrisa del avaricioso en sus máscaras.
En el fondo, disfrazarse de Cigarrón es pura tradición carnavalesca: tomar prestada otra identidad por un día y dar rienda suelta a la imaginación. Solo necesitas una máscara o, en el caso de Verín, una túnica estampada conocida como capuchón para pasearte por el pueblo, curiosear y hablar con cualquiera.
Esta es una pequeña muestra de todo lo que guarda para tí el Entroido, y hay más: gastronomía rural, paisajes increíbles y unas gentes encantadoras. Recuerda que la fiesta se alarga todo el mes de febrero y te queda mucho por descubrir.
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