Día de muertos, la gran fiesta mexicana
La muerte suele ser un tema delicado en la mayor parte del mundo. La concebimos como un paso al más allá sin billete de vuelta, y eso es algo que nos asusta y nos genera incertidumbre. Sin embargo, seguimos conmemorando el día de los difuntos, porque acordarnos de los que ya no están es otra forma de sentirlos cerca. ¿Hacer una fiesta como si de un cumpleaños se tratase? Puede parecernos impensable, pero en México el Día de Muertos es todo un acontecimiento.
Todo se llena de un ambiente festivo, en el que no faltan ofrendas a los difuntos, tales como la flor de cempasúchil, tan típica de esta festividad y a la que rodea una triste leyenda de amor entre dos jóvenes aztecas, Xóchitl y Huitzilin.
Según la leyenda, Xóchitl y Huitzilin se conocían desde niños y muy pronto floreció el amor entre ellos. Cada tarde subían a la montaña a llevar una ofrenda de flores al dios sol, Tonatiuh, frente al que juraron amarse más allá de la muerte. Un día, Huitzilin tuvo que despedirse de Xóchitl y marchar a la guerra, donde al poco tiempo murió. Xóchitl, rota de dolor, subió a la montaña a pedirle a Tonatiuh que la uniera a su gran amor para siempre. El dios sol lanzó uno de sus rayos, que al tocar a la chica la convirtió en una flor de colores hermosos e intensos. Enseguida llegó un colibrí a posarse en el centro de la flor, y al instante la flor se abrió desplegando 20 pétalos. El colibrí era Huitzilin, que había vuelto a quedarse con su amada. De ahí nació la flor de cempasúchil, también conocida como flor de muertos.
Pero… ¿cuál es el origen de esta festividad tan arraigada y protagonista de películas como Coco, El libro de la vida o Día de muertos (que se estrenará el 1 de noviembre en México)?
El Día de Muertos es una tradición que los pueblos de Mesoamérica ya celebraban antes del descubrimiento del Nuevo Mundo, aunque tenía lugar en agosto. Se trataba originalmente de un festival dedicado a la señora del Mictlán, lo que los mexicanos consideran el inframundo, y que es el precedente de lo que hoy conocemos. A la llegada de los colonos, estos intentaron ahuyentar las tradiciones paganas, trasladando las fiestas al mes de noviembre y haciéndolas coincidir con los católicos Día de Todos los Santos y Día de los Fieles Difuntos. Actualmente, la señora del Mictlán, la diosa Mictecacíhuatl, sigue estando presente a través de diversas figuras, como la Santa Muerte o las conocidas catrinas.
El Día de Muertos es una tradición realmente especial en México, tanto que fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2008.
Esta celebración tan conocida tiene lugar durante diversos días dependiendo del lugar de México en el que nos encontremos, pero normalmente se celebra el 1 ó 2 de noviembre, día en el que se visitan los panteones, engalanados y alumbrados para la ocasión.
El elemento más importante en el Día de los Muertos en México son los altares, llenos de ofrendas a los seres queridos que ya no están entre los vivos. Tradicionalmente, los altares tienen siete niveles, que representan los “escalones” que debe subir el alma para llegar al descanso. Cada nivel cuenta con una decoración diferente en función de lo que simboliza. Así, en el nivel más alto se ubica la imagen del santo del que es devota la familia, el segundo se destina a las almas del purgatorio, en el tercero se ubica la sal, que consideran símbolo de purificación; el cuarto está destinado al pan, como consagración y alimento para las almas. El quinto alberga las frutas y los alimentos preferidos de los difuntos, en el sexto encontramos las fotografías de aquellos difuntos a los que honramos en la ofrenda, y el último escalón se coloca una cruz de flores o semillas, en contacto directo con la tierra.
Todos los elementos, tanto del altar como de sus alrededores, tienen un significado y un simbolismo. Así, además de la sal o de las frutas, también podemos encontrar la ya mencionada flor de cempasúchil, el pan de muerto o la escultura del perro Xoloizcuintle, que tradicionalmente es el que ayudará a las ánimas a cruzar el río Chiconauhuapan para así llegar al Mictlán. También suelen incluirse las comidas y bebidas favoritas de los difuntos e incluso objetos personales. Todo es poco para honrar a nuestros seres queridos.
Visitar la Ciudad de México, Oaxaca o Michoacán en estas fechas tan especiales puede convertirse en todo un derroche de alegría. Y es que, según dicen, los mexicanos se ríen hasta de la muerte.
Recordad la letra de la canción mexicana «la vida no vale nada»…
Mientras se pierden las tradiciones españolas y de raíz cristiana… nos invanden con el HALLOWEN YANKE 😉 🙂 🙂 .)
Felicidades por el artículo.